La adopción

Una película impresionante. Desde las primeras secuencias, cuando el matrimonio español –catalán- aterriza en un país del Este, cuyo idioma desconoce, y sus maletas son arrojadas antes de llegar a la cinta. Una premonición que va convirtiéndose, a lo largo de un relato sin concesiones, en una constatación: nos encontramos ante un proceso de compra-venta de niños, una especie de estafa para cualquier consideración moral. Pero la película no sólo nos habla de este proceso, todo un delirio, donde no sólo se pone a prueba la relación de la pareja –excepcional la secuencia en la que se mandan a “la mierda” o la conversación skype con el padre de ella-, sino que se nos muestra, a través de otro ejemplo de padres adoptivos con una depresión de caballo, cómo puede terminar todo.

Una película, pues, necesaria y reveladora, con unas grandes interpretaciones de esos dos excelentes actores que son Nora Navas y Francesc Garrido, cuyo mérito fundamental reside en la suma de anotaciones sociales y humanas que conlleva y que adquieren su máximo significado, por si hacía falta, en la persona de ese “abuelo” que actúa, como todos, solamente por dinero. Y si la conclusión final es que todo se ha hecho, se hace y se hará solamente por dinero, ya podéis deducir qué imagen nos traslada el film sobre la familia, la maternidad-paternidad y los procesos de fecundación o adopción. La alienación campa por sus anchas, más allá de la complejidad de los personajes o de lo que se esfuercen o no por defender el amor. Y, en el centro de esa vorágine de miserias económicas, quedan los niños, enfermos o no, huérfanos de su derecho fundamental, el respeto, convertidos o reducidos a ser una moneda de cambio en un mundo sencillamente irrespirable.