¡Hola, camaradas!

Después de una larga ausencia, aquí estoy de nuevo para hablar un poco de esto llamado cine. Os preguntaréis qué ha pasado durante este tiempo que no he estado presente y, como fieles lectores que sois, os debo una explicación.

Es muy simple. Os voy a poner un ejemplo: Vosotros creéis que algunas veces escogéis un libro o una película para, respectivamente, leerlo o verla pero no os dais cuenta que a veces no es así. A veces estas obras os escogen a vosotros porque están hechas para vuestro interior, para vuestra alma y sin daros cuenta la mayoría de las veces os cambia la vida. Pues a mí, con esto de escribir, me pasa siempre algo muy parecido. Necesito que algo me llame la atención (una razón, un suceso… ¡algo!) para que mis manos funcionen. No sé si lo haré bien o mal pero lo que os puedo asegurar es que mis palabras son sinceras y transparentes. Nunca escribo por escribir, ya que eso no me interesa. Como yo siempre he dicho, para mí el cine es mi religión y una cosa muy seria.

¡Pues vamos allá!

Hoy aparezco por aquí para hablaros de una película que me ha parecido increíble. Voy a explicar el porqué y a razonarlo de una forma muy personal. Dicha película es Lo imposible, de nuestro amigo Juan Antonio Bayona. Tengo que decir que su trabajo previo, El orfanato, no me gustó. La vi típica, como cogida de mil películas de su género metidas en una coctelera y ¡presto! ¡Ya está hecho el film! Pero amigos, Lo imposible no es así.

Lo primero que me ha parecido maravilloso es cómo Bayona ha realizado la producción de su película. Le ha costado la misma cantidad de dinero que le pedían en Estados Unidos solamente por hacerle los afectos especiales. Ahí demuestra que el cine no es sólo dinero, sino sobre todo creatividad. Y lo demuestra muy bien con sus imágenes. ¿Alguien diría que sus efectos están hechos aquí, es este país tan peculiar? Pues sí, con mucha imaginación y -estoy convencido- con muchas ganas de hacer cine. Eso demuestra claramente que el dinero no lo compra todo ¿eh, señor Lucas?

Otro punto que me ha parecido muy, pero que muy interesante, es la vuelta de tuerca que le ha dado a las películas de catástrofes. Yo he vivido la época de estar tirado en el sillón y no haber en la televisión más que dos canales entre los que escoger, sin tener vídeo o DVD, y me he mamado las de terremotos, las de aeropuertos, las de volcanes, las de tornados, las de olas gigantes, las de hoteles ardiendo e, incluso, las de los fraudes de los políticos y banqueros que son otras catástrofes. Y me daba cuenta que siempre había un héroe, siempre estaba el listillo de turno que lo solucionaba todo. Con estas películas siempre te dices, al ver a éste o a aquel personaje: “Ése muere, seguro, porque es un cabrón egoísta”. Y va y, efectivamente, se muere. Y por supuesto también muere alguien súper bueno y tierno para que lloremos un poquito. ¡Ah! Y no nos olvidemos del malherido que pasa toda la película sufriendo como un cerdo desangrándose durante horas y horas y que, mira por dónde, al final se salva. O sea, todas ellas están llenas de topicazos. Guiones muy similares entre sí que no aportan nada más que distracción. Eso sí, eran la leche de entretenidas, yo me lo pasaba pipa. Pero eran todas iguales.

Pero mira tú por donde, llega un españolito y cambia todo eso. Algunos la tachan de demasiado realista, a lo que yo contesto que eso es precisamente lo grande del cine. Que aún cuenta con directores que aportan cosas nuevas con visiones diferentes. Es una película que se desmarca de los tópicos que comentaba antes. Que consigue que, desde el primer momento, con un fundido en negro y el ruido del tsunami de fondo, nos metamos en el filme como si fuéramos nosotros los que vamos a recibir las olas que asoman detrás de la pantalla. Previamente la publicidad de la película ya nos ha puesto en antecedentes de lo que podemos esperar, ése es otro de los aciertos de la producción. Empatizamos desde el principio con los personajes, el ritmo es muy bueno y nos sorprende con las subtramas; aunque también es verdad que la escena con Geraldine Chaplin no sé muy bien qué pinta ahí. Pero por lo demás son todas ellas pequeñas historias que te llegan. Los niños, magistrales, y la B.S.O. (de Fernando Velázquez) sublime. Los efectos especiales magníficos y sin llegar a abusar de ellos.

En definitiva, una película redonda y digna de ser vista. ¡Eso sí, en el cine! En un teléfono móvil, en una tableta o una pequeña pantalla debería estar prohibido. Como las hipotecas.

Ahora bien, para mi gusto no es una obra maestra rotunda por unas pequeñas cuestiones: Sé que Bayona escoge a Ewan McGregor Y Naomi Watts (quien, por cierto, me parece una actriz malucha y de lo peor de la película) para que el film tenga más cartel, sobre todo fuera de España. Y mira por dónde yo opino que son lo peor de la película, no acaban de encajar, no terminas de creértelos (quizá si no fueran tan conocidos…) y es una pena porque te imaginas en esos papeles a Luís Tosar y Laia Marull, por ejemplo, y estoy seguro que hubieran estado más auténticos.

Otra cosa que me parece mal, o mejor dicho, mal escogida, es el montaje. Creo que las dos historias deberían ir en paralelo, intercaladas entre ellas. De esa manera conectaríamos con los dos personajes a la vez. Pero bueno, ésa es mi opinión. A pesar de ello sigo creyendo que es una magnífica película digna de ser vista y disfrutada. Resaltar también a unos niños que lo hacen tremendamente bien.

El filme, sobre todo, nos hace sentir, nos hace ser más humanos y también consigue que, cuando acaba la proyección, nos miremos los unos a los otros valorando mucho más lo que tenemos.

¡Gracias, señor Bayona, a partir de ahora siempre estarás en nuestras Lágrimas de celuloide.

NOTA: Después de ver LO IMPOSIBLE, os ponéis el TITANIC de Cameron… ¡Veréis qué basura!

Dedicado a las personas que aún creen en el cine.

Firmado: Quimet 007.