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(infilMtrats es un programa del grupo Panorames de cinema)
Lágrimas de celuloide

9.90 €

Hola camaradas… ¡Muy buenos días!

Iba a empezar este artículo llamándolo “La muerte del cine tenía un precio”, pero finalmente he decidido titularlo con el precio que cuesta entrar en una sala de estreno, sin más. El porqué de esto, a continuación.

La idea de este artículo nació gracias a un amiguete (como cariñosamente llama Santiago Segura a sus allegados) al que a mi me gusta llamar Francisco. Últimamente él y yo hemos discutido cordialmente sobre nuestra común afición, el cine. Por motivos de trabajo y de tiempo yo apenas dispongo de ocasiones para acudir a un cine. Y me he percatado de que cuando lo hago filtro mucho entre las ofertas de la cartelera y me acabo decantando siempre por películas de entretenimiento del estilo La Jungla de Cristal. (En la última entrega de esta saga, por cierto, observo que hay una escena en la que tanto un coche como un helicóptero parten desde Moscú en dirección a Chernobyl. Para mi sorpresa, ambos vehículos llegan a su destino al mismo tiempo. No alcanzo a comprenderlo. Entre las dos ciudades hay 970 kilómetros de distancia y llegan simultáneamente en una sola noche. Curioso, como mínimo. Pero prosigamos con nuestro tema inicial. Gracias a mi amigo he descubierto el motivo de estas líneas.)

Francisco me recomienda una serie de películas que, según su criterio, son estupendas. Yo, que confío en su criterio, acudo a una sala de cine con la lista que me ha pasado y selecciono una de ellas de las expuestas en la cartelera. Me dirijo a la taquilla donde una señorita muy simpática me informa que son 9.90 euros por entrada. Mi hipotálamo segrega en ese momento unas sustancias que me hacen replantear mi decisión de adquirir el tíquet.

La cuestión radica que un filme como Amour, de Michael Haneke, o uno de Woody Allen, al tratarse de producciones sin grandes efectos especiales o visuales, sin acción, puedo descargarlos para verlos en casa sin perderme gran cosa. Y claro, se trata de 9.90. Así que cambio de opinión y le pido a la chica que me cambie las entradas por una película tipo Rambo 34. Así dejo de ver en una sala de cine largometrajes de autor a cambio de poder disfrutar en pantalla grande de ruidos ilimitados sin molestar a mi vecino. Y así se crea una tendencia.

Lo que quiero transmitir con este razonamiento es lo siguiente: creo que se está perdiendo el norte con el precio de las entradas de cine. Primero: el cine de toda la vida es un entretenimiento cotidiano. Yo puedo entender que la entrada de un parque de atracciones o para el concierto de un grupo musical cueste 40 euros ya que la mayoría de nosotros acudimos a este tipo de eventos o lugares una o dos veces al año. Pero el cine, queridos amigos, no responde a este planteamiento.

Id a ver Cinema Paradiso de Giuseppe Tornatore y entenderéis lo que quiero decir. El cine es parte de nuestra existencia, está presente en todas las etapas de nuestra vida. Cuando somos peques vemos dibujos animados, de adolescentes filmes de acción o similares. Cuando nos enamoramos acudimos con la novia después de una buena cena. Y así sucesivamente.

Estamos atravesando una época de crisis y todos debemos apretarnos el cinturón. Incluidos los distribuidores, directores, actores y en general toda la industria cinematográfica. Si otros sectores lo están haciendo éste también debería. Quizá las subvenciones para directores como Almodovar o Amenábar, que no las necesitan, se tendrían que destinar a las salas de exhibición. También sería una opción presionar al cine de Hollywood para que bajen sus cuotas o algo por el estilo. No se puede pagar 9.90 euros por una película. Es una locura.

Mi reflexión me lleva a concluir que esos pequeños filmes, que en el fondo son grandes filmes, cuestan más de ver por las razones que he mencionado antes. De entrada ya cuesta que un film independiente tenga salida en salas comerciales, imagina que encima cuesten 9.90€. Añade que en una gran ciudad como Barcelona solo estén expuestas en un par de salas durante una o dos semanas. No tienen salida ni pueden competir y eso desembocara en el fin de ese tipo de cine. Acabaremos tragando palomitas y películas de acción tontas. La poca calidad que tienen esas producciones también se
perderá porque se convertirá el cine en una especie de churrería. Hay quien me dice que se puede ir al cine el día del espectador o acudir a la filmoteca y ya está. A lo que yo respondo que quiero ir la cine cuando me de la gana a un precio razonable para poder ver de todo.

En definitiva, que últimamente estoy viendo menos cine que nunca. Y no por falta de ganas, sino por los dichosos 9.90 €.

Recuerdo con nostalgia aquellas sesiones dobles por 100 pesetas en cines de barrio con aquellas películas memorables, como constantemente nos recuerda Tarantino, cuando el cine era una evasión constante al alcance de todo el mundo y aún no se había convertido en lo que es hoy: un negocio para capitalistas.

Amigo Francisco, algún día me pondré al día con todas las pelis que me estoy perdiendo y será en el cielo con nuestra Sarita Montiel, en paz descanse. Ella sí que lloraba Lágrimas de celuloide.

La felicidad según Ingrid Bergman
Capítulo 1

Una vez le preguntaron a la actriz Ingrid Bergman qué era necesario para que una persona fuera feliz, y ella respondió: “Son necesarias dos cosas: Tener salud y poca memoria”.

Y lo cierto es que tenía toda la razón del mundo, nuestra querida Ingrid. Os preguntareis por qué os cuento esto, qué relación tiene con el cine. Veréis, en más de una ocasión cuando yo he hablado de cine con todo tipo de personas, con gente a la que le gusta mucho o no, y les comento que yo puedo ver según qué películas más de 20 o 30 veces, me dicen: “¡Hala!, pero si ya sabes lo que va a pasar” o “ya sabes el final” o “pero para verla repetida mira otra que no hayas visto”, etc. Entonces me acuerdo de la actriz de Juana de Arco, de sus palabras, y me doy cuenta de que tiene toda la razón del mundo, y que por eso disfruto tanto del buen cine, porque cuando una película es magistral dejo de tener memoria y la disfruto como la primera vez. Y de ellas voy hablar hoy, de esas películas que tienen magia, algo que las hace especiales, a las que yo llamo “obras maestras”. Quiero explicar esos momentos en que uno, por muchas veces que haya visto una película, se sobrecoge igual que la primera vez. No voy a analizar o a explicar el porqué son buenas, la causa que las hace tan importantes en el cine. Simplemente voy a hacer un ejercicio de nostalgia para rememorar esas películas que me hacen tan feliz, que logran que el cine sea maravilloso.

Quiero empezar por uno de los clásicos por excelencia. Como homenaje a Ingrid Bergman elijo Casablanca. ¡Mira que la he visto veces! Pero siempre pienso: “esta vez se queda con Bogart, seguro que no se sube a la avioneta, seguro que no sube…”. El guión está construido de tal forma que hace que siempre sea la primera vez que la ves, es totalmente mágica, y siempre acabo pensando: “La próxima vez se irán a París”.

Otro film que tiene algunos de esos momentos especiales es, por supuesto, Sin perdón, de Clint Eastwood. ¡Qué final, señores! Se puede ver mil veces y sigue teniendo la misma fuerza, ¡qué diálogos! Lean, lean la escena:

- William Munny: ¿Quién es el dueño de esta pocilga? ¿Tú, bola de grasa? Contesta.
- Camarero: Yo soy el dueño. Se lo compré a Grily por mil dólares.
- William Munny: Será mejor que se aparte.
- Little Bill: Baje ese rifle, quieto.
(William Munny dispara su arma contra el camarero, que muere en el acto)
- Little Bill: Es usted un miserable hijo de perra, ha matado a un hombre desarmado.
- William Munny: Pues debería haberse armado cuando decidió decorar su salón con mi amigo.
- Little Bill: Usted es William Munny, de Missouri, el asesino de niños y mujeres.
- William Munny: Así es. He matado mujeres y niños. He disparado sobre cualquier cosa que tuviera vida y se moviera. Y hoy he venido a matarle a usted por lo que ha hecho a Ned. (Dirigiéndose a las personas presentes) será mejor que os apartéis.

No hace falta escribir nada más. Por cierto, me voy a verla otra vez, luego vuelvo, hasta luego. No puedo remediarlo. Es que mi memoria empieza a fallar y no quiero acordarme de cómo termina. Vuelvo enseguida.

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Ya estoy aquí de nuevo, ha sido otro de mis momentos de nostalgia. Como lo es Uno de los nuestros (Goodfellas para los amigos).Aquí tengo un dilema. No sé qué escena escoger para vosotros, porque hay mil y todas son buenas. Pero me decantaré por dos. La primera, con su principio muy hitchconiano, con un muerto en el maletero del coche que empieza a dar golpes. Yo me pregunto: ¿Alguien tiene valor de levantarse de la butaca para dejar de ver un sólo segundo de una película que empieza así? ¡Y cómo termina la secuencia! Con una sola frase que le da sentido a todo lo que vamos a ver en el film: “que yo recuerde, desde que tuve uso de razón siempre quise ser un gangster”.

El otro momentazo que he seleccionado es el “baila, Araña, baila” la escena de Joe Pesci con el camarero joven. El simpar Martin Scorsese en dos cortas secuencias nos describe maravillosamente al personaje y el sin sentido de la violencia. ¡Qué grande eres, Martin!

Otro de los momentazos del cine, por el cual debemos tener poca memoria y volverlo a ver una y otra vez, es el de Malcolm Mc Dowell, Alex en La Naranja Mecánica, en la secuencia que entra a robar en la casa de un escritor, y canta la famosa canción de otro peliculón, Cantado bajo la lluvia. Es de esos momentos que, sin pistolas y a lo Tarantino, o sin espadas a lo Bravehart y sin coches explotanto, la violencia se palpa a flor de piel, es tan explícita y llega tan adentro de nosotros que logra a la perfección el objetivo de Kubrick de repudiar la violencia y a los que la ejercen.

Pero sería muy injusto mencionar sólo esta secuencia, ya que Clockwork Orange tiene infinidad de ellas, como el glorioso final en que leemos claramente el mensaje de Stanley: La violencia esta inculcada en nuestra sociedad y es, desgraciadamente, parte de nuestra vida y, por tanto, no tiene solución alguna. Alex, en la cama postrado, dice: “Por fin me he curado” y mil imágenes de violencia flotan en su imaginación… ¡Qué grande eres, Kubrick!

Sin más por ahora os dejo aquí un pequeño vídeo de 250 películas condensadas en dos minutos para que las disfrutéis y descifréis alguna de ellas ya que aparecerán en los próximos volúmenes de La felicidad según Ingrid Bergman. ¡Que lo disfrutéis al ritmo del rock and roll y con sabor a lágrimas de celuloide!



Firmado: Quimet 007

¡Parecía que fuera Imposible!

¡Hola, camaradas!

Después de una larga ausencia, aquí estoy de nuevo para hablar un poco de esto llamado cine. Os preguntaréis qué ha pasado durante este tiempo que no he estado presente y, como fieles lectores que sois, os debo una explicación.

Es muy simple. Os voy a poner un ejemplo: Vosotros creéis que algunas veces escogéis un libro o una película para, respectivamente, leerlo o verla pero no os dais cuenta que a veces no es así. A veces estas obras os escogen a vosotros porque están hechas para vuestro interior, para vuestra alma y sin daros cuenta la mayoría de las veces os cambia la vida. Pues a mí, con esto de escribir, me pasa siempre algo muy parecido. Necesito que algo me llame la atención (una razón, un suceso… ¡algo!) para que mis manos funcionen. No sé si lo haré bien o mal pero lo que os puedo asegurar es que mis palabras son sinceras y transparentes. Nunca escribo por escribir, ya que eso no me interesa. Como yo siempre he dicho, para mí el cine es mi religión y una cosa muy seria.

¡Pues vamos allá!

Hoy aparezco por aquí para hablaros de una película que me ha parecido increíble. Voy a explicar el porqué y a razonarlo de una forma muy personal. Dicha película es Lo imposible, de nuestro amigo Juan Antonio Bayona. Tengo que decir que su trabajo previo, El orfanato, no me gustó. La vi típica, como cogida de mil películas de su género metidas en una coctelera y ¡presto! ¡Ya está hecho el film! Pero amigos, Lo imposible no es así.

Lo primero que me ha parecido maravilloso es cómo Bayona ha realizado la producción de su película. Le ha costado la misma cantidad de dinero que le pedían en Estados Unidos solamente por hacerle los afectos especiales. Ahí demuestra que el cine no es sólo dinero, sino sobre todo creatividad. Y lo demuestra muy bien con sus imágenes. ¿Alguien diría que sus efectos están hechos aquí, es este país tan peculiar? Pues sí, con mucha imaginación y -estoy convencido- con muchas ganas de hacer cine. Eso demuestra claramente que el dinero no lo compra todo ¿eh, señor Lucas?

Otro punto que me ha parecido muy, pero que muy interesante, es la vuelta de tuerca que le ha dado a las películas de catástrofes. Yo he vivido la época de estar tirado en el sillón y no haber en la televisión más que dos canales entre los que escoger, sin tener vídeo o DVD, y me he mamado las de terremotos, las de aeropuertos, las de volcanes, las de tornados, las de olas gigantes, las de hoteles ardiendo e, incluso, las de los fraudes de los políticos y banqueros que son otras catástrofes. Y me daba cuenta que siempre había un héroe, siempre estaba el listillo de turno que lo solucionaba todo. Con estas películas siempre te dices, al ver a éste o a aquel personaje: “Ése muere, seguro, porque es un cabrón egoísta”. Y va y, efectivamente, se muere. Y por supuesto también muere alguien súper bueno y tierno para que lloremos un poquito. ¡Ah! Y no nos olvidemos del malherido que pasa toda la película sufriendo como un cerdo desangrándose durante horas y horas y que, mira por dónde, al final se salva. O sea, todas ellas están llenas de topicazos. Guiones muy similares entre sí que no aportan nada más que distracción. Eso sí, eran la leche de entretenidas, yo me lo pasaba pipa. Pero eran todas iguales.

Pero mira tú por donde, llega un españolito y cambia todo eso. Algunos la tachan de demasiado realista, a lo que yo contesto que eso es precisamente lo grande del cine. Que aún cuenta con directores que aportan cosas nuevas con visiones diferentes. Es una película que se desmarca de los tópicos que comentaba antes. Que consigue que, desde el primer momento, con un fundido en negro y el ruido del tsunami de fondo, nos metamos en el filme como si fuéramos nosotros los que vamos a recibir las olas que asoman detrás de la pantalla. Previamente la publicidad de la película ya nos ha puesto en antecedentes de lo que podemos esperar, ése es otro de los aciertos de la producción. Empatizamos desde el principio con los personajes, el ritmo es muy bueno y nos sorprende con las subtramas; aunque también es verdad que la escena con Geraldine Chaplin no sé muy bien qué pinta ahí. Pero por lo demás son todas ellas pequeñas historias que te llegan. Los niños, magistrales, y la B.S.O. (de Fernando Velázquez) sublime. Los efectos especiales magníficos y sin llegar a abusar de ellos.

En definitiva, una película redonda y digna de ser vista. ¡Eso sí, en el cine! En un teléfono móvil, en una tableta o una pequeña pantalla debería estar prohibido. Como las hipotecas.

Ahora bien, para mi gusto no es una obra maestra rotunda por unas pequeñas cuestiones: Sé que Bayona escoge a Ewan McGregor Y Naomi Watts (quien, por cierto, me parece una actriz malucha y de lo peor de la película) para que el film tenga más cartel, sobre todo fuera de España. Y mira por dónde yo opino que son lo peor de la película, no acaban de encajar, no terminas de creértelos (quizá si no fueran tan conocidos…) y es una pena porque te imaginas en esos papeles a Luís Tosar y Laia Marull, por ejemplo, y estoy seguro que hubieran estado más auténticos.

Otra cosa que me parece mal, o mejor dicho, mal escogida, es el montaje. Creo que las dos historias deberían ir en paralelo, intercaladas entre ellas. De esa manera conectaríamos con los dos personajes a la vez. Pero bueno, ésa es mi opinión. A pesar de ello sigo creyendo que es una magnífica película digna de ser vista y disfrutada. Resaltar también a unos niños que lo hacen tremendamente bien.

El filme, sobre todo, nos hace sentir, nos hace ser más humanos y también consigue que, cuando acaba la proyección, nos miremos los unos a los otros valorando mucho más lo que tenemos.

¡Gracias, señor Bayona, a partir de ahora siempre estarás en nuestras Lágrimas de celuloide.

NOTA: Después de ver LO IMPOSIBLE, os ponéis el TITANIC de Cameron… ¡Veréis qué basura!

Dedicado a las personas que aún creen en el cine.

Firmado: Quimet 007.

Mentiras vestidas de cine…

¡Hola, camaradas cinéfilos!

Aquí estoy, una vez más, para hablar sobre esto llamado cine. Hoy voy a mencionar algunas “mentirijillas” de las que me he percatado últimamente. Yo sé que el cine es una empresa que necesita hacer dinero porque mucha gente vive de ella, pero no nos olvidemos de que se trata de un arte y como tal hay que tratarlo de un modo distinto al que trataríamos a… no sé… ¡unos calzoncillos Kevin Kline, por ejemplo!

El fin de semana pasado fui con mi hijo al cine a ver Lorax. En busca de la trúfula perdida, una película de animación que, para mi gusto, está bastante bien. Una historia muy entretenida y, sobre todo, con un mensaje que los adultos que acompañan a sus niños captan a la primera, a la vez que también hay entretenimiento para los más peques.

Los que me conocen personalmente saben que a mí la animación, la verdad sea dicha, no me entusiasma, aunque no le quito su mérito. Personalmente prefiero las pelis de calle, las rodadas en exteriores y demás. Pero bueno, eso es otro tema que ahora no viene al caso. A mí, como decía, este filme me ha gustado. Sin embargo, hay una gran mentira en ella y es la siguiente: Me di cuenta, cuando empezó la proyección de Lorax que, en los títulos de crédito del principio, aparecían unos actores americanos tales como Danny De Vito y pensé para mí que, si se trata de un filme de animación, y además (pararos a pensarlo un momento) doblado al castellano el trabajo de De Vito y los demás, qué cuesta, digo yo, invertir unos eurillos en sustituir de los títulos de crédito a los dobladores originales por los nombres de los actores españoles que realizan el doblaje al castellano.

Todos sabemos que, en la mayoría de las salas de cine de España se ven las películas dobladas. Ya que esto es así y no se puede luchar contra esta filosofía, hagamos las cosas bien y no contemos embustes.

Pero claro, eso no importa porque los dobladores de aquí no son conocidos y De Vito sí. Además de eso, los listillos productores y sus compinches los distribuidores deben pensar: “No se van a dar cuenta los que van a comer palomitas a precio de bogavante, pues son tontos”. ¡Pues mira por donde, nos hemos dado cuenta, productorcillos! No nos mintáis, anda, y poned a los actores que la han doblado y merecen su reconocimiento por parte de todos los espectadores. Si quiero escuchar al Sr. De Vito, ya veré la película en versión original, ¡no falla!

Después de esta reflexión, caí en otras “mentirijillas” por el estilo. Hace no mucho cayó en mis manos el DVD de Cazafantasmas 2. En los documentales incluídos en los extras salía el director y alguno de los actores hablando de la película. Alardeaban diciendo que se trataba de un proyecto muy interesante en el que habían puesto todo de su parte y otras milongas similares.

Esta es la buena… ¡Y sin mentiras.!

¡Falso! ¿Por qué no decís la verdad? O, como mínimo, ¿por qué no omitís el decir nada al respecto? ¡Ganáis la pasta y punto! O, sino, decid la verdad: Que la habéis hecho porque la primera parte es una obra maestra que dio mucho dinero, y que aprovechastéis para llenar más vuestras arcas. Y que os salió como el culo porque os importaba un pepino aportar algo nuevo al séptimo arte, y no como pasaba con la primera parte. Y he puesto como ejemplo esta película como podría haber puesto Gremlins 2… ¡Qué triste!

Otra de las “mentirijillas” que se dan son las dos últimas de Harry “Pester” o las dos de Amanecer (vampiros pijos). Nos hacen pagar dos veces para ver el final y nos dicen que es para que se explique mejor la historia con más escenas y un guión más completo. ¡Mentira! Es para ganar más dinero porque, perdonad, Lo que el viento se llevó dura 4 horas (en la tele, con anuncios, tres meses) y la estrenaron de un tirón y pagando sólo una vez y, por si fuera poco, en media hora de la peli de Fleming se cuenta más y mejor que en las dos sagas anteriores juntas. ¿Por qué nos mentís?

No se vayan todavía: Aún hay más. Otra de las súper mentiras del año es Titanic o El Rey León en 3D. Os reís en nuestra cara y nos quedamos tan anchos. ¡Pero qué cojones en 3d! Si cuando el barco se hunde es de noche y con esas gafas oscuras no se ve ni la barba blanca del capitán. Y sobre El Rey León… ¡Pero si los dibujos ni siquiera están hechos con ordenador, son películas rodadas en otro formato y no se pueden pasar a 3D! Eso es una chapuza de mentira, qué queréis que os diga.

Y quiero terminar con la mayor mentira de todas. Esa que nos quiere hacer creer que los filmes de antes, en blanco y negro o en una infinita gama de grises no eran mejores que las de ahora. Pero disculpad: Ese valle sigue siendo verde y soy un hombre tranquilo al pensarlo en estos tiempos que corren, y ojalá todos tuvieramos un plato de uvas y no de ira.

Sin más, vuestro humilde pero no mentiroso narrador lleno de Lágrimas de celuloide.




Sin palabras. Si no tenéis escalofríos, no sois humanos.

¡Hasta la próxima, camaradas!

Mi gran compañero

¡Hola una vez más, camaradas! Aquí estoy de nuevo hablando sobre el séptimo arte, que es, como sabéis, una de las cosas que más me gusta hacer.

Hoy es un día especial para mí, ya que os voy a narrar un acontecimiento personal ocurrido hace pocos días. Este hecho ha provocado que descubra que dentro de mí existe un sentimiento especial que yo desconocía.

Lo que he descubierto es que siempre he tenido a un gran amigo y compañero a mi lado que nunca me ha fallado. Él es una parte importante de mi vida y lo será hasta que la muerte me arrastre a otra dimensión. El caso es que no me había dado cuenta hasta ahora. Me explico, el otro día me puse en contacto con un amigo de toda la vida, ya que actualmente trabajo en Sabadell, la localidad donde él reside. Tenía muchas ganas de verlo porque es y será, con diferencia, uno de mis mejores amigos aunque desgraciadamente no nos vemos lo suficiente. Sin embargo, con los buenos amigos el tiempo no parece pasar, siempre da la impresión que los viste un día antes.

Mi amigo, Tomás Dominguez García, quedó conmigo y acompañados por su novia nos fuimos a tomar un café y a hablar sobre el tiempo transcurrido.

¡Acojona la leche, este Chuck Norris!

Y mira por dónde, el cine, nuestro aliado, salía a relucir siempre en nuestra conversación. – ¿Te acuerdas de aquella peli?, ¡Qué bien que nos lo pasamos!, Invasión USA, ¡Qué fuerte!, ¡Y pensar que nos encantaba!, ¿Scorsese?, ¿Hugo?, ¡Donde esté el Martín que conocimos nosotros!, El de “baila, araña, baila”…

Entonces me di cuenta realmente de lo que ha sido el cine en mi vida: Un gran compañero al que no asocio con ningún mal recuerdo. Incluso con las películas malas como Cobra, Desaparecido en combate o Rambo II tienen un encanto especial que me hace sentir bien. Y eso, en los tiempos que vivimos, es mucho. ¡Qué grande es el cine, compañeros!

Una vez se marchó Tomás empezaron todas estas ideas a dar vueltas en mi cabeza. Después de pensar mucho en el tema llegué a la conclusión de que mi compañero celuloidesco no era tan sólo una diversión o un entretenimiento. Era más bien como un hijo al que cuidar y proteger. En ese momento me sentí algo culpable por las ocasiones en las que había criticado ferozmente ésta o aquella película y pensé; “-Bueno, Quimet, tampoco es para tanto”. Estaba en lo cierto. Yo, sin darme cuenta, estaba protegiendo a mi amigo, a mi hijo, a mi sombra, de todos aquellos que le intentaban manchar con películas banales, con productos hechos sin amor, sólo por ánimo de lucro y sin aportar nada, tan solo con la idea de sacar beneficios o satisfacer las necesidades de algún niño pijo con dinero, que dice “bueno, pues ahora voy a hacer un film”. Productos como Piratas del Caribe que, al funcionar su primera entrega, pues ¡venga a hacer partes! Y da igual si son todas iguales. Se trata de vender como si esto, el cine, se tratara de un mercadillo.

Muchos estaréis pensando “Pues Cobra era una mierda”. Y lo es. Pero tiene encanto. Creó un estilo que con el tiempo cobró forma.

¿Quién no ha llevado alguna vez una cerilla en la boca como Cobra?

Y muchas películas buenas de Bruce Willis e incluso muchas de Tarantino existen gracias a trabajos como aquellos, a filmaciones de serie B muy flojas pero que tenían un no-sé-qué que les confería espíritu, alma… Cosa que las diferencia totalmente de los productos comerciales de hoy en día, productos hechos exclusivamente para el consumo. Algunos los asocian a la falta de imaginación, otros a los cambios tecnológicos. Yo lo asocio a la puta pasta, a los empresarios robotizados por el dinero. Y eso pasa también en el fútbol, en la tele, etc. Pero donde a mí más me duele es en el cine.

¿Dónde están esas salas de 500 butacas, cines como el Palacio Balañá, El Alcázar o El Fémina? ¿Dónde están? Ahora son ratoneras con 3D y gafas llenas de legañas. La peli la ponen dos semanas y no importa si, mira tú que casualidad, es buena. Ya no es rentable. La cambian por otra y punto. ¡Venga, a por más pasta! Sin ton ni son…

Yo siempre he dicho que gastar dinero viendo un concierto de Bob Dylan o Sabina, o volver a ver de reestreno La naranja mecánica, no es gastar el dinero sino utilizarlo de una forma muy diferente porque le damos alma al dólar.

Así pues, por culpa de mi amigo Domínguez y a causa de haber acudido con él al Palacio del cinema a ver una de las partes de Indiana Jones, no le voy a dar cuartelillo a ningún producto que no aporte nada de vida al celuloide. Voy a ser feroz con mierdas al estilo de los vampiros pijos de Amanecer y voy a defender a capa y espada filmes como Origen de Nolan o El demonio bajo la piel de Winterbottom. Porque, camaradas, gracias a ellos el cine todavía existe, si no lo creéis id a ver Punch Drunk Love de Paul Thomas Anderson y me confirmaréis que aún se os escapan Lágrimas de celuloide.




“El cine todavía existe”

Dedicado a todos mis amigos de la infancia.

Carta a un hijo:
“De cinéfilo a futuro cinéfilo… ¡espero!”

¡Hola! ¿Qué tal, camaradas? Hoy es un día muy especial para mí, ya que el artículo que vas a leer es, como lo eran las películas rodadas en la Caza de Brujas de Hollywood, una incógnita. ¿Quién la había rodado? ¿Quién la escribió? ¿Quién, quién, quién? Maldito Edgar Hoover…

Se ha localizado una carta que, por lo que se ha podido saber, fue escrita entre diciembre del 2007 y enero del 2008 por un hombre que, por lo visto, era muy cinéfilo y la dedicaba a su hijo todavía no nato, quien finalmente llegó al mundo el 03/02/2008. La fecha ha sido confirmada después de una exhaustiva investigación. He decidido publicar la carta porque creo que cinéfilos como vosotros la encontraréis interesante. La carta no tiene título y yo creo que es intencionado para que cada cual le ponga el que considere más conveniente. Sin más, aquí os dejo esta perla.

Carta a mi hijo:

¡Hola hijo! Te escribo estas palabras para darte la bienvenida a un mundo muy especial y, así como espero que no crezcas tras una cortina de humo, sí que deseo que seas uno de los nuestros, pero que no vivas en el mundo de nunca jamás, ni tampoco en la zona gris, ni en tierras de penumbra

Ojalá que seas feliz como lo seré yo al conocerte para que algún día, se diga que alguien voló sobre el nido del cuco y se refieran a nosotros. Por su extensa longevidad, las colinas tienen ojos de sabiduría, y por ellas caminaremos tú y yo juntos, de la mano. Te prometo que perteneceremos a el club de la lucha por la supervivencia y. aún más, que nos erigiremos en verdaderos Espartacos para y por la vida. No habrá problemas que no superemos juntos en busca de la felicidad y, cual terminators, combatiremos sin perdón a las personas que quieran separarnos.

Porque recuerda, hijo, que el camino a la perdición se recorre cuando la familia no está unida, porque un hombre sin familia no es un hombre, sino un hombre sin pasado y porque, desgraciadamente, lo que el viento se llevó las más de las veces no vuelve.

Recuerda, además, que no sólo te sentirás querido: Tendrás que querer y amar a los tuyos y a nuestros amigos. Nunca estarás solo en casa y los amigos serán tan importantes como la familia, porque ellos también tu familia son. No en vano las leyendas de pasíón las escribimos todos juntos y tantas otras historias… ¡Hasta la mismísima historia del Bronx!

Si tú quieres, tocaremos juntos el piano, jugaremos al fútbol o, si nos apetece, levantaremos el vuelo del fénix y, por supuesto, viajaremos hasta Manhattan, porque están los días contados y hay que disfrutarlos cual toro salvaje. Claro está que todo esto tiene un precio, el del trabajo, y el precio del poder hacerlo todo con respeto hacia tu vida y la de los demás, para así no ponerte nunca en la cuerda floja. Estudiar y trabajar hasta quedarte como un jinete pálido y aguantar, porque corazones de hierro como el tuyo nunca estallan y porque ésa es la única manera de convertirse en un King Kong y lograr lo que uno se propone.

Los senderos de gloria no son el éxito o el dinero, hijo, sino el ganarte el respeto de las personas que te rodean y te quieren. Lleva siempre el nombre de la rosa en la mano y no seas nunca el gran dictador: sé honesto y limpio de intención, porque si no lo eres tu corazón hará crash y se romperá, tarde o temprano, en mil pedazos y ni tu madre, que es la chica del millón de dólares, lo podrá recomponer.

Haz caso de estas palabras, ya que nadie te querrá como yo y, aunque ni siquiera te conozco aún, ya moriría por ti sin pensarlo un segundo.

Lucha por no entrar en una guerra con nadie y evita así cualquier daño colateral difícil de restañar. Piensa que si ni la guerra de las galaxias es controlable en la imaginación, mucho menos las guerras de la realidad. Cuando te encuentres en semejante situación, grita libertad y verás como tus dioses y monstruos irán en busca del fuego y te socorrerán. Habrá, ¡como no!, infiltrados en tu vida que te querrán mal, pero ese es el juego de la vida que tendrás que solucionar tú sólo, con el fin de descubrir el hombre invisible que te acecha y la mujer pantera que te amenaza. Cuando el fuego de la venganza aparezca sobre tus hombros, no llenes las calles de fuego. Cálmate y piensa, cuelga el teléfono rojo de tu ira y busca la solución desde la paz y no con la v de vendetta.

Bueno, hijo, sólo me queda decirte que estoy loco por conocerte y por poder estar junto a ti dentro del laberinto de la vida, en tierra de hombres. Y deseo también que conozcas al ser maravilloso que es tu madre, mi Cleopatra particular, la protagonista de mi love story, la que me lleva a dar cada día un paseo por las nubes. Si bien es cierto que tú ya debes conocerla un poquito y que será ella la que te muestre el otro lado de la vida.

Nos vemos pronto, Superman, pero aún te voy a decir una cosa que es top secret: Serás culé, así que aterriza como puedas, que nos esperan muchas noches de evasión o victoria vestidos de azulgrana.

Sin más, te quieren: el Gremlin de tu padre y la mujer de Barry Lyndon que es tu madre.

P.D. Esta carta ha sido hallada dentro de la naranja mecánica engullida por el tiburón cazado por un soldado llamado Ryan quien, con gran suspense, se la había regalado a Vicky y Cristina en Barcelona.

D.W.Griffith sí que era un “The Artist”

Este artículo está dedicado a la memoria de mi abuela Paulina Hernández (1915-2012).

“La muerte es un pájaro negro que se lleva la vida de una persona, pero jamás se podrá llevar el recuerdo de sus seres queridos”.

¡Siempre estarás en nuestro corazón, abuela!

Hola, queridos camaradas, aquí estoy una vez más para hablar un poco sobre este invento llamado cine. Un invento gracias al cual un vampiro puede ver otra vez el amanecer sin quemarse, o podemos ir a Egipto sin coger un avión o, mejor dicho, sin tener la cartera llena de dinero. Un invento en el que ahora, por lo visto, los cineastas han querido indagar sus inicios, o al menos lo han intentado, como el director ganador del Óscar por The artist (o, por otro lado el propio Scorsese con La invención de Hugo). Así que vamos allá con este tema.

Yo me he criado en una familia muy cinéfila. Mi padre y mi abuela siempre hablaban de cine, de películas, de sus aventuras y demás. Y como no, aquí a vuestro querido camarada se le pegó rápidamente la afición. Según mi madre, ya a los doce meses de edad veía películas. Sí, películas. Pensad que antes no daban tantos anuncios y a los tres años, según mi abuela (y no es coña), me encantaban las pelis de James Bond. “Ossea” -como diría Chabeli-, que a los cinco años ya era todo un experto en esto del séptimo arte (léase esto último entre comillas, claro).

Cuando empecé a tener una edad para razonar, muchas preguntas empezaron a salir de mi cabecita. Preguntas como: ¿Cuándo empezó esto del celuloide?, ¿qué director es mejor?, ¿qué es un encuadre?, etc. Y ahí estaba mi abuela para explicármelo. Ella siempre me decía que las películas se tenían que ver con el corazón y no con los ojos. Ella me explicaba que ver una peli de Chaplin en el cine era mágico, que la gente se reía sin cesar y que notaba que en ese momento no estaba en el planeta Tierra sino en el Mundo de los Sueños, porque todo el mundo era feliz gracias al maestro Charlot. No había celos ni rencillas, no había peleas sobre política o religión, sólo había risas. Qué forma tan elegante, señores, de explicar en dos palabras qué es el cine. Así era mi abuela.

¿Que por qué os cuento todo esto? Pues es muy sencillo. Ahora todo el mundo se ha vuelto loco con la película ganadora del oscar. No paro de escuchar en radio y televisión, o de leer en la prensa escrita, que es un peliculón. Que es una obra maestra, y que su director, Michel Hazanavicius, ha traído una vez más el cine mudo. Y yo me pregunto… ¿Por qué la gente no acude a las bibliotecas donde hay disponible mucho cine mudo que ver?. Dicen que The artist es muy original y que, sobre todo, rescata totalmente la esencia del cine de aquella época. Ante esto, yo, ¡ja!, me río.

En primer lugar he de congratularme que la gente mire un poco hacia atrás, sobre todo que la gente joven se interese por un cine que no conoce. Y puede que alguno diga “pues mira, voy a ver alguna de aquellas viejas pelis, a ver qué tal”. Pero ante lo de que The artist respeta y lleva consigo la esencia del cine mudo yo digo rotundamente que no es así. El guión es ñoño y, que yo sepa, jamás se ha visto una película muda en la que los actores interpreten así. Es un guiño (y voy a ser fino) al cine de aquella época. Pero de cine mudo no tiene nada. Pero claro, como no hablan y está rodada en blanco y negro es cine mudo. ¡Vaya! No me había dado cuenta. Pues no, camaradas, el cine mudo no es eso y voy a explicar el porqué.

Empecemos con la parte argumental: el cine mudo habla sobre la tristeza, la desesperación, especialmente de las miserias humanas; y eso lo hacían muy bien Chaplin, Keaton o Vidor. Hacían películas directas y sin tapujos. Eran películas que hacían pensar que teníamos que hacer un mundo mejor que aquel que estábamos construyendo. Películas como Las tres luces, Amanecer o La quimera del oro estaban realizadas por directores que no contaban tonterías y esperaban, además, una buena taquilla. Eran cineastas, no ganadores de Oscars (entre otras cosas, porque aún no existían los premios de la Academia de Hollywwod). Eran historias que indagaban en lo más profundo de la bondad y de la maldad. Eran películas hechas para los pobres, para la gente de la calle, que no iban al teatro o a la ópera. El cine nació en las calles, con cineastas y actores fracasados europeos que aprendieron a rodar para poder comer. ¿Dónde está todo eso? ¿Dónde está esa esencia en The Artist? Porque yo no la veo por ningún lado. Sólo veo el hincapié que se hace al cambio del cine mudo por el sonoro. De lo malo que fue para algunos actores, pero ya está. Para mí el guión es muy flojito y superficial.

En la parte técnica destacaría que una de las cosas más importantes del cine mudo era su constante insistencia, a la vez que necesidad, de aportar un lenguaje propio al celuloide. No fue hasta que llegó el maestro de maestros, D. W. Griffith, con filmes como Intolerancia


… o El nacimiento de una nación


… (para muchos, y yo me incluyo, las dos películas “madres” de la historia del cine) que el cine no consiguió algo de lo que carecía: el lenguaje cinematográfico. Georges Méliès, con todos mis respetos, simplemente ponía la cámara en un trípode, hacía un plano general y ¡a rodar! Pero Griffith le dio movimiento a la cámara, le dio profundidad al plano, en definitiva, le dio vida al cine.

Luego fueron llegando otros maestros como Fritz Lang (Metropolis)
o Murnau (Amanecer) y le dieron otro sentido a todo esto. Gracias a todos ellos, el cine es lo que es hoy en día. Mi pregunta, entonces, es la siguiente: ¿Dónde hace referencia The Artist a todos ellos, a los padres del cine? ¿Qué aportación técnica y narrativa, como hizo Lang en Metropolis, ha hecho al cine este filme? Porque si haces un homenaje al cine mudo, debes tener todas estas constantes presentes. Porque el hecho de no hablar y el estar filmada en blanco y negro no es suficiente para que se diga que es una película de cine mudo. ¡Pero, claro! Si es una peli de oscar…

Nota: He visto muchas películas pero, amigos, en la actualidad, salvo muy pocas excepciones, no he visto filmes con tanta fuerza y tan brutalmente sobrecogedoras como las del cine mudo. Esas historias de Chaplin o Murnau no han sido igualadas ni por asomo. Y bien que lo siento. The Artist, le pese a quien le pese, no es una película de cine mudo. Me lo dicen mis candilejas… ¡Y mis Lágrimas de celuloide!

¿Actores o cantantes?
Mejor las dos cosas… (VII)

¡Hola, camaradas!

El presente articulo me lo ha inspirado la tristemente difunta Whitney Houston, de quien aprovecho para hacer un comentario acerca de su vida y su muerte. Quiero mandar un mensaje a todos los abrazafarolas, chupatintas, mascachicles y tontos del culo, que durante estos dos últimos años han estado insultando y abucheando a Whitney, llamándola drogadicta y otras cosas, haciendo leña del árbol caído… ¡Qué fácil que es eso! Y ahora, después de su muerte, los mismos que la vilipendiaban van diciendo por todas partes que si era la voz del soul, que si ha muerto una de las grandes y demás. ¿Pues, sabéis que os digo a todos los que habéis acabado de hundir a la cantante? ¡Que os den! No os merecéis volver a escuchar una de sus canciones: ¡Pasad a escuchar a Georgie Dann o al Pitbull ése! Porque no sé si sabéis que ella ha sido la única cantante que ha estado 20 semanas consecutivas en el número uno en las listas americanas, concretamente por su tema de El Guardaespaldas, y eso es algo que no logró ni Michael Jackson. Siguiendo la misma idea, me parece penoso el homenaje de mierda que le han dado en los premios Grammy… ¡Pero, claro, es normal! ¡Ella ya no hacía millones como antes y, por tanto, ya no interesa a la industria discográfica!


¡Adiós, pequeña! Siempre nos quedará tu música y tu voz y esa cara angelical llena de magia. Y esa sonrisa que llenaba de sueños a tantas personas. ¡Adiós! Para mí siempre has sido, ante todo, una voz perfecta…

¿Y por qué digo que Whitney Houston me ha inspirado este articulo? Porque he pensado en todos esos cantantes que se pasan a la interpretación, cosa que, curiosamente, era mucho más común hace años que ahora. Pues hablemos un poco de ellos: ¿Lo hacen bien o mal? ¿Es positiva su decisión de cambiar de registro? ¡Vamos allá!

Como siempre, me diréis que me quejo por todo, aunque ya veréis que hoy no es así. Para empezar, pongo un ejemplo que es, para mi gusto, de lo mejorcito y que, al menos, sorprende mucho por sus interpretaciones. Estoy hablando de Sting, que tiene registros muy buenos, como cuando hizo de malo en Dune, de David Lynch, donde realmente transmite la esencia del personaje: Un personaje antipático, violento y realmente malvado. También está muy bien en una película muy poco conocida, pero muy interesante y que os recomiendo: La prometida, de Franc Roddam, con Jennifer Beals (Flashdance):


Se trata de una versión espléndida del Doctor Frankenstein, pero con la diferencia que no se fabrica un monstruo, sino una mujer perfecta, de la que, por supuesto, el doctor se enamora; en definitiva, una adaptación magnífica. O en Lunes tormentoso, el film de Mike Figgis, un director que, según yo creo, siempre sabe lo que se hace…

Pasemos a uno de los grandes: David Bowie, que está soberbio en El ansia, de Tony Scott, una película de vampiros poco común. También aparece, ¡cómo no!, en Dentro del laberinto, de Jim Henson, un film bien creíble (¡y sin ordenadores!), donde Bowie interpreta a un malvado brujo que rapta a un niño, la hermana del cual pretende rescatarlo, encontrando mil impedimentos y contando con la ayuda de pintorescos personajes. ¡Qué gran aventura y qué bien contada, muy recomendable para ver con vuestros hijos! También estuvo magnífico, como el resto de los actores, en La última tentación de Cristo, de Martin Scorsese, aunque no sea, para mi gusto, de las mejores del director de Casino. ¡Y qué decir de su papel en esa impactante película que es Merry Christmas, Mr. Lawrence! Baste con ver la escena del beso:


En definitiva, creo que David Bowie es el más destacable de los cantantes-actores.

Podemos hablar también de Madonna, aunque no querría perder mucho tiempo con ella, porque ha estado muy flojita en todas sus películas, excepto quizás en Buscando a Susan desesperadamente, de Susan Seidelman, dónde está bien porque no interpreta, sino que hace de sí misma.


En cambio, no logra transmitir nada en Evita, de Alan Parker, en la que se dedica a gesticular banalmente; y es que, para mi gusto, no pega ni con cola haciendo de Eva Perón, en una película fallida y con muy mala crítica. También estuvo nefasta en Shanghai surprise, pero es que toda la película es horrenda, aunque aparezca Sean Penn. Reconozco que vuelve a estar medio bien en Ellas dan el golpe, una tontería de película sobre unas mujeres que juegan a béisbol, en que ella vuelve a hacer de sí misma… ¿Y qué decir de Who’s that girl? ¡Bueno, ya está bien! Pasemos a algo mas interesante…

Y es que ahora toca hablar del poeta, el maestro Bob Dylan, sólo para mencionar su gran aparición en Pat Garrett y Billy the Kid, de Sam Peckinpah:


¡Para qué decir mas! Una obra maestra rotunda del director de Perros de paja (¡La original, eh!) Todo un personaje, en la vida y en el cine, el amigo Bob.

Habiendo comenzado con ella, es obligado referirse a Whitney Houston, que nos enamoró a todos en El Guardaespaldas, de todas maneras una historia un poco ñoña, siempre bajo mi punto de vista, pero entretenida. Ésa fue su primera interpretación, y me sorprendió por su profesionalidad, tanto que parecía que había hecho cine toda su vida, con esa naturalidad y esa sonrisa cautivadora que la caracterizaban. En algunos momentos, estuvo por encima de Kevin Costner y se impuso como verdadera estrella de la película. ¡Bien hecho, Señora Houston, eso nadie te lo podrá quitar! Aunque algunos te intenten recordar por otras cosas, yo nunca lo haré, sino que le hablaré a mi hijo de tu voz, de tus películas, y sobre todo de tu música, porque te tenemos que estar agradecidos por lo que nos has dejado.

Volvamos ahora a la pregunta: ¿Es positivo o negativo, que los cantantes se pasen a la actuación? Para mí es totalmente positivo -siempre que no hablemos de Joselito o del Dúo dinámico-, porque un artista tiene que estar siempre reinventándose. En general, las aportaciones al cine no han sido malas, ya que un artista no deja de ser un actor en potencia -sino que se lo digan a Freddie Mercury-, y en el caso de los cantantes mas aún, porque el cine sin la música no es nada, son dos hermanos que van de la mano.

Como digo, todos ellos –y muchos otros que me he dejado en el tintero- han aportado cosas muy interesantes al cine, porque saben muy bien en qué mundo se mueven: Ruedan documentales, videoclips y anuncios, y saben cómo funciona la industria y eso les ayuda a ser mas profesionales en la interpretación. Además, que pueden hacer lo que les dé la gana, pero si lo hacen así de bien, se nota que ellos también lloran Lágrimas de celuloide.

NOTA: AHORA QUE HE ACABADO ME DOY CUENTA QUE HE SIDO MUY TONTO. PODIA HABER EXPLICADO TODO LO QUE HE DICHO EN ESTE ARTÍCULO ÚNICAMENTE CON ESTA ESCENA DE LOS BLUES BROTHERS:


Y OTRA COSA CHICOS: ¡LO DE JAMES BROWN, SIN PALABRAS! OS DEJO ESTA PERLA DEL MITICO CANTANTE DEL TEMA SEX MACHINE EN OTRA SAGA MITICA DEL CINE QUE EJEMPLICA LA INCREÍBLE SIMBIOSIS DE LA MUSICA Y EL CINE:


¡GRANDE, JAMES BROWN! ¿NO OS PARECE? SIN DUDA, NECESITAMOS DE ESTOS ARTISTAS…

La gallina de piel (VI)

¡Hola, a todos y a todas!

Aquí estoy de nuevo, para hablar sobre esto a lo que llaman cine. Primero de todo, deciros que llevo unas cuantas semanas sin escribir, reflexionando sobre algunas cosas que me habéis dicho los lectores, entre ellos mi querida esposa… ¡Vanesa, un besazo, cariño!

Me decís que mis artículos están bien, pero que son pesimistas, que me quejo de todo y -lo más importante y en lo que han coincido varios lectores- que sólo me quejo pero que, realmente, no argumento mis quejas. ¿Pues sabéis que os digo? Que dejéis de leer ahora mismo, ¡desde ya!, que dejéis de leer -¡venga, parad, no leáis más!-, porque para leer así prefiero que no lo hagáis… ¡Fuera, adiós, fuera!

¡Ah! ¿Aún estáis ahí? Veo que os gusta sufrir… Pues si vais a leer este artículo, parad un momento y volver a leer los otros, pero bien leídos, con atención, y veréis que en todos ellos argumento perfectamente mis quejas y, por supuesto, sigo manteniendo que los remake son una porquería y un insulto al arte, que el 3D es basura y una falta de respeto al maestro Griffith y que el cine para mí no es una diversión, sino un miembro más de mi cuerpo y que es mucho más serio de lo que muchas veces se considera.

¡Ahora sí! Si estáis preparados, aquí va mi artículo de hoy.

Como diría nuestro amigo Johan Cruyff, el cine ya no nos pone la gallina de piel, al menos a mí, y os voy a poner ejemplos: Hemos cambiado historias de amor que sobrepasan fronteras, como las de Paris, Texas, a ñoñadas de Amaneceres vampirescos; de historias épicas a lo Guerra y Paz, a tonterías vacuas como las de Australia; nos reímos con Torrente y ya nadie dice Un, dos, tres con Billy Wilder; hemos pasado de la sobria majestuosidad de films como La jungla de asfalto a tíos disparando con la mano torcida hacia arriba y diciendo “¡JÓDETE, CAPULLO!” (¡Pedazo de diálogo!); hemos pasado de soñar con niños en bicicleta transportando extraterrestres, a niñatos matándolos.

¿Que aún no os dáis cuenta? ¡Pues tenéis que ver más cine, camaradas lectores! El cine se está apagando, pero no me malinterpretéis: se rueda bien, técnicamente hablando; se recauda mucho dinero y se elaboran unos planos, a veces, perfectos. Se dedican horas y horas de rodaje -en ocasiones con buenas interpretaciones- para obtener escenas vacías, vacías de aquello que es la esencia del cine: los sueños y la vida misma.

Se acabó el salir del cine pensando que el mundo es mejor de cuando entré en la sala, gracias a historias llenas de amistad, aventuras y amor: buscadores de arcas con látigo o gatas sobre un tejado de zinc, diosas comprando en Tiffany o guerreros vestidos de verde robando a los ricos para repartirlo entre los pobres… Todo eso se desvanece por mor de niñatos malcriados por una sociedad capitalizada o a través de la violencia sin ton ni son. Pero, ¡cuidado!, que a esa violencia se le pasa a llamar pelis-de-tiros-de-pasar-un-rato-comiendo-palomitas-más-caras-que-bogavantes. ¡Hay que joderse! Con la antiviolencia tan maravillosa que tenían las pelis de tiros de James Cagney dirigidas por William A. Wellman, por ejemplo.

Y también, paradójicamente, también se van aquellas películas inquietantes, llenas de crítica social, no a lo cutre y light de ahora, estilo Gal, sino a lo cañero. Me refiero a Las uvas de la ira o Johny cogió su fusil o JFK, etc. Nos estamos conformando con productos superficiales, con muchos efectos especiales y demás, pero sin alma ni lágrimas.

Tengo que decir que, de vez en cuando, sale algo bueno, como El diablo bajo la piel o Mistic River… ¡Pero son tan pocas, entre tantas y tantas producciones que nos llegan!

El problema es de la cultura en general. Lo que ocurre es que, como dice mi amigo Rafa Rodríguez, al cine le pasa como al fútbol, que todo el mundo “entiende”, y eso ha llevado a una falta de interés por la verdadera calidad cinematográfica y a pensar que sólo es una diversión y ya está, como si el cine sólo sirviera para quitarnos el rollo del día a día… ¡Y que, a veces, es así! Pero, en realidad, es algo mucho más profundo y filosófico.

El cine es arte y como tal hay que entenderlo y luchar por protegerlo, cosa que no hacemos. Como ya he dicho en alguna otra ocasión, el cine -a pesar de que se prohíben tantas cosas- el cine está indefenso. Cualquier cosa se permite en el nombre de la libertad, pero eso supone caer en una trampa, porque por esa misma libertat se tiene que proteger al cine de las vanalidades que, a veces, ofrece la libertad; en vez de hacer más caso de las personas que aman y estudian el séptimo arte.

Bien. No está mal, para ser el primer volumen de este año, ¿no creéis? Supongo que, los de siempre, me criticaréis y todo eso, pero si véis algunas de las escenas de las buenas pelis que os dejo, a lo mejor os pasáis al lado oscuro de mis Lágrimas de celuloide.



¡Quien no se estremezca y no vea a Dios con esto, no es humano!


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¿Quién no se levanta de su butaca para irse con ellos en bici? ¡Y qué música!



¿Quién es más chulo que él? ¡Y que escena más violenta, sin violencia!



¿Dónde estará este Oliver Stone ahora?

Hay muchas más, por supuesto, pero ya las iremos viendo a lo largo de un viaje en el que espero que me acompañéis y en el que andaremos por un suelo de cuadros junto a Dorothy, un león, un hombre de hojalata y un espantapájaros…

NOTA: SI HE PROVOCADO ALGÚN MALESTAR A ALGUIEN CON MIS PALABRAS HA SIDO TOTALMENTE INTENCIONADO, Y SI DESPUES DE LEER ESTO Y VER DICHOS TRAILERS DE ESTAS OBRAS MAESTRAS NO HAN SENTIDO NADA ESPECIAL AL VERLAS, PREFIERO QUE NO VUELVAN A LEER MIS ARTICULOS, Y SIGAN VIENDO A LOS VAMPIROS PIJOS, A ADAM SANDLER O A JIM CARREY HACIENDO EL IMBÉCIL Y GANANDO 10 O 15 MILLONES DE DOLARES, PORQUE NO SE MERECEN OTRA COSA.

Atraco… ¡en 35 mm! (V)

Bueno, ya estoy aquí dando un poco más de guerra, para luchar un poco contra mis propios fantasmas. Quizás me estoy haciendo viejo y gruñón, y por eso me quejo por todo…¡Pero es que no lo puedo remediar! Constantemente nos están robando, a todos, allí por donde caminamos: los bancos, por excelencia; y las empresas de telefonía móvil para qué hablar. En España, incluso, es donde se paga más caro el servicio de Internet, que a mi criterio y creo que el de muchas personas, debería de ser un mercado libre, y sólo “pagar por aquello que se descargue” (muy entre comillas)… Pero no me desvío más del tema, que a nosotros los cineastas lo que nos interesa es nuestro mundo de celuloide.

Últimamente hay una moda que a todos nos va muy bien, que consiste en el “compre tres y pague dos” (¡el 3×2, vaya!) de Carrefour u otros centros comerciales. O el “llévese dos pizzas y pague sólo una”… ¿A que a todos nos suena? Pues, ¡camaradas, esto no pasa en el cine! Todo lo contrario: Aquí, con el séptimo arte es “pague 2 -en algunos casos 3- y vea una”. Me voy a explicar mejor.

La moda es tan grotesca como para hacernos ir al cine dos veces para ver terminar la película. Por ejemplo, la última de Amanecer, de la saga Crepúsculo; o las dos últimas de Harry Pester -¡ay, perdón!- Potter, que ya no sólo son aburridas a matar y repetitivas a morir, es que además no aportan absolutamente nada al cine. Sobretodo las de Crepúsculo, que son lentas y ñoñas, y más curioso aún: ¿Cómo se puede hacer una peli de vampiros con tan poca sangre y con vampiros tan pijos? ¿Dónde vamos a llegar? ¿Dónde está nuestro Christopher Lee, o Bela Lugosi, para que les den caña a estos vampiros de Telenovela?

¡No nos pueden hacer esto! ¡Es una vergüenza! Tengo que aclarar que antes también pasaba, y os pongo un ejemplo: Cuando se rodó el celebérrimo Superman de Richard Donner, la primera y la segunda parte eran una sola película, y para que el metraje fuera coherente y creíble, tenía que durar unas 5 horas. Entonces, la productora reunió a Donner, decidieron que era demasiado, y -sobre todo porque era una película para que los padres llevaran a sus hijos- decidieron partirla en dos: Superman y Superman 2, para que fueran más llevaderas. Pero lo hicieron bien, con un principo y un fin en cada parte, con escenas extras, rodadas para darles un sentido de historia terminada, y que luego en la segunda parte tuviéramos la sensación de que era otra historia. ¡Narices! ¡Que te ibas del cine contento, porque habías disfrutado de una gran peli! A parte de que, concretamente éstas dos, fueron son unas grandes películas de aventuras.

Ahora ya no queda ese respeto por el espectador. Ahora, en pocas palabras, os vienen a decir: “o pagáis o no veis el final del desenlace”. Hay una excepción, que son los dos Kill Bill, de Tarantino, más que nada porque eran dos obras maestras… ¡Pero, en definitiva, el fin fue el mismo!

En este paquete no pongo la saga del Señor de los anillos, porque éste fue un proyecto ya concebido así, adaptando la novela de Tolkien, que era imposible rodarla de otra manera si se quería hacer bien y -aunque para mi gusto eran la leche de aburridas- hacerlo así era un mal necesario para una producción de otra forma demasiado costosa. Aunque, bien pensado, no hay que rizar mucho el rizo para meterlas también en el paquete de las pelis-robo…

¡Con lo sencillo que hubiera sido hacer un bono para que las personas que fueran a ver todas estas sagas les costara un poco menos! ¡Pero no, a pagar y punto! Dos y tres veces por ver una sola peli.

Resumiendo, mis Lágrimas de celuloide salen hoy porque ya no hay respeto por el espectador. ¡Nos toman el pelo! Y esto, antes de esta explosión capitalista, no pasaba. Recordad si no El padrino y El padrino II, o todas las de James Bond o los Harry el sucio y otras tantas, para las que no te obligaban a pasar otra vez por caja para ver el final. Salías contento del cine por haber visto una película en condiciones, y luego repetías con otras partes y ellos seguían ganando dinero, pero al menos te daban la opción de ir o no ir y no como ahora, que te obligan a pagar para verlas terminar.

NOTA: ¡CAMARADAS, NO SOY NADIE PARA DECIROS LO QUE TENEIS QUE HACER O VER, PERO SI NO OS SABE MAL PAGAR DOS VECES POR UNA MISMA PELICULA, AL MENOS EXIGID QUE LAS PALOMITAS SEAN GRATIS! O UN CAFÉ PARA NO DORMIROS… SIN MÁS, VUESTRO AMIGO CINEASTA 007.




¡Esto sí que son vampiros, leñe!

¡Errol Flynn no es digital! (IV)

¡Hola! Aquí estoy de nuevo, dando un poco de caña al tema del cine y de cómo vemos las películas actualmente.

Hoy me he propuesto explicar qué está pasando con esto de lo digital en el cine. La verdad es que estoy cabreaoooooooo, también con esta cuestión. Os diréis: ¡Éste siempre esta igual, quejándose de todo! Pues lo matizo, para que veáis que no hablo por hablar. Para mí el cine no es una diversión, como lo es para muchos, es algo pero que muy serio, es una forma de vida, una filosofía, incluso una esperanza en un mundo mejor. Y, en ese sentido, hay cosas sagradas, como es sagrado Messi para los culés, o El Che para los que nos gusta la Libertad… ¡Pues el cine lo es para mí!

Yo me crié con películas míticas de aventuras, como las de Errol Flinn o John Wayne, por supuesto las veía en la tele con mil anuncios, pero me daba igual, las disfrutaba como un loco. Más tarde, ya en una pantalla de cine, las de Indiana Jones o la primera saga de Star Wars o Los goonies… Ese cine tenía un montón de efectos especiales y demás, y sin necesidad de un ordenador.



No es que yo esté en contra de la era digital ni mucho menos. Origen, de Christopher Nolan me parece espléndida y, aún más, me parece una obra maestra, y por ahí es por dónde quiero empezar para explicarme mejor.

Nolan no hace una pelicula de efectos especiales y punto, sino que usa la informática como una herramienta más, para ayudar a completar un trabajo que tiene un guión perfecto con unos diálogos magistrales, una puesta en escena alucinante, unas interpretaciones exquisitas, los movimientos de cámara y juego de planos cuentan cosas, y ya no te digo la música, que son de ensueño, en este caso nunca mejor dicho.

El cine, como oficio, es salir a la calle o a un estudio y rodar, con cámaras, maquilladores, extras, focos, calles cortadas, gente mirando cómo se rueda, travelings, grúas… ¡O sea, movimiento, acción, espectáculo! ¡Ésa es la salsa del cine, eso es lo divertido y artístico de hacer cine! Si no os lo creéis, ved los documentales de cómo rodaban sus películas Cecil B. DeMille o David Lean; y para qué mencionar el rodaje de Apocalypse now de Coppola, del que, por cierto, hay un documental tremendo que se llama Corazones en tinieblas, y explica a la perfeccion lo que intento demostraros… ¡Pero, cuidado! Eso es muy difícil, no lo hace cualquiera, tienes que ser un genio y, además, organizarlo todo para que no halla retrasos en el rodaje, preparar cada plano, poner a cada uno en su sitio… En definitiva, tienes que ser un artista y un trabajador a la vez.

Y ahora voy al meollo de la cuestión, y es la pregunta: ¿Qué esté pasando con la era digital? Pues sí, ¡lo habéis adivinado!, pasa que todo esto se está perdiendo, sólo tenéis que pensar en Georges Lucas, en cómo rodó Star Wars o el Imperio contraataca, y en cómo rodó, años más tarde, esa bazofia inmunda que es La amenaza fantasma. Hay una anédocta muy significativa al respecto del joven canadiense protagonista, el que hace de Darth Vader. Le preguntaron que cómo había sido la experiencia de rodar una peli, ya que él venía de la tele, y respondió algo así como “pues no lo sé, me he pasado todo el rodaje en una habitación azul y no me enterado de nada”.

Otro ejemplo son los monos de la pelicula El origen del planeta de los simios. ¿Me queréis contar de dónde salen, al final de la película, todos esos monos? ¡Hay cientos, incluso miles, dando saltos sin ton ni son! ¡Claro, como no cuesta nada tocar unas cuantas teclas y poner monos por un tubo! Pero a ver si son capaces de hacerlo con monos de verdad y que les salga igual de bien, con planificacion y realizacion. ¡Eso es arte de verdad!

Otro ejemplo claro es Avatar de James Cameron. Pone un montón de dinero, ¡no te fastidia!, contrata a unos cuantos informáticos, y, ¡venga!, cuatro años de dar a las teclas, sin presión de productores, sin que la lluvia fastidie un día de rodaje, y sin poner una sola cámara en un trípode. Y, ¡ala!, ya tenemos una peli con pitufos gigantes en 3 dimensiones, y encima pretenciosa a morir. ¡Eso no es cine, camaradas, eso es un juego de la playstation!

¡Ay, amigos! La informática a estos niveles debe de ser una herramienta, como lo es un foco o cómo se considera a un diseñador de vestuario, y no tiene que serlo todo, porque sino ¿dónde está la gracia de hacer cine? Y ya no entro en que, muchas veces, lo que se hace son chapuzas, porque para efectos los del King Kong de 1934…


… o los de El hombre invisible de la Universal, del 33…


… que aparte de ser films maravillosos, las películas en sí están rodadas con mimo y con arte, y los efectos no eran los verdaderos protagonistas, como en la mayoria de las peliculas con efectos especiales de hoy en día, que si les quitas la informática se quedan vacías y sin nada que transmitir… ¡Menos mal que nos quedan los Nolan y compañía! Y el dvd, para ver mil veces Blade runner y que no sean tantas mis Lágrimas de celuloide.

NOTA: Y NO ME HE QUERIDO CEBAR CON ALGUNOS EFECTOS DE PENA, O MEJOR DICHO FEOS Y MAL HECHOS, COMO LOS DEL HOMBRE DEL SACO DE LA ÚLTIMA PELI DE FRESNADILLO, INTRUDERS, QUE ESE ES OTRO TEMA, PORQUE DA MÁS MIEDO EL PAYASO DEL MACDONALDS. ¡NOS VEMOS, CAMARADAS CINEFILOS, QUE ME VOY A PASAR UN POCO DE MIEDO CON LA NIÑA DEL EXORCISTA QUE ME PARECE QUE ESA NO LA HICIERON LOS INFORMÁTICOS Y SIGUE DANDO MIEDO DE LA OSTIA!


¡Mentiras… en 3 dimensiones! (III)

¡Hola! Aquí estoy de nuevo con mi cabreo a cuestas, hoy para hablaros un poco de una de las mentiras i manipulaciones capitalistas más repugnantes pertrechadas al 7º arte. Me refiero, cómo no, al cine en 3d.

Antes de nada, os quiero comentar que el 3d no es un invento nuevo. Existe desde 1934, y es algo que ya se había olvidado y a nadie le interesaba lo mas mínimo. Y os preguntaréis: ¿Por qué ahora sí? Pues por una simple cuestión de dinero.

Todos sabéis que internet ha irrumpido brutalmente en el mercado del cine. Para algunos ha sido una bendicion, ya que ha permitido descargarse aquellas obras maestras olvidadas y que no se podían ya ver en el cine o en un videoclub, y otro tanto con la música. O ver películas de estreno, si no se podían permitir pagar ese dineral que cuesta ir al cine -o ese disco carísimo-. Internet ha sido un inventazo para los trabajadores de a pie en este campo. Yo, sin ir más lejos, de adolescente le preguntaba a mi padre: “Papá, esa película de Los pájaros, de Alfred Hitchcock, ¿qué tal?”, y si la quería ver me fastidiaba, porque valía 45 € en dvd y encima en un formato penoso, y no la podía ver. Otro tanto con las 10 películas de estreno de cada semana, que como mucho puedes ver dos, por lo caro que están las salas de proyección… ¡Y no te digo con la musica!

Me preguntaréis: ¿Qué tiene esto que ver con el cine en 3d? ¡Pues mucho! El resultado de lo que os comentaba sobre internet ha sido el siguiente: pelis descargadas gratis, musica aún mas, de todos los géneros, y esto representa menos dinero para los chupópteros de la industria. ¡Ah, camaradas! Y en vez de estrujarse la mollera y bajar precios o hacer reposiciones -que, por cierto, me río del día del espectador, a 2 eurillos menos, para recaudar 10 veces más-, nos meten el 3d a 8 euracos y lo venden como algo novedoso y espectacular. ¡Mentirosos, sois unos mentirosos! ¡Sólo queréis ganar pasta, os importa un pepino el arte del cine!

El 3d se carga gran parte del séptimo arte, mata una de las cosas más importantes y que más preocupa a los grandes cineastas: la iluminación y la profundidad de campo. Os voy a poner dos ejemplos. Primero, sobre la iluminación, Las meninas.

Fijaros en lo importante que es para Velázquez la iluminación, fijaros en cómo ilumina lo que verdaderamente quiere hacernos ver, e imaginaros de qué forma el 3d se cargaría de un plumazo ese aspecto. Y os hablo de un cuadro porque un cuadro es un plano y los grandes cineastas los estudian para sus películas. Fijaros también en la profundidad y todo lo que cuenta sin hacer falta ponerse unas gafas de plástico sudorosas y que ni siquiera se han preocupado de que sean cómodas -que eso es más dinero, ¡claro!, pero no me quiero desviar del tema…

Este otro ejemplo es una de la obras más grandes jamás creadas: La Gioconda. Leonardo Da Vinci fue uno de los inventores de la profundidad de campo y todo lo que cuenta detrás de esa hermosa mujer, te hace sentir que es una mujer importante e inmensa, como las montañas y los ríos que la rodean. Eso es la profundidad: contar cosas del personaje, sin necesidad de explicarlo con palabras, sino con imágenes. ¿Cómo vas a ver todo eso con unas gafas oscuras y un objeto en la punta de la nariz que se mueve? ¡Eso no es cine! Ejemplos como ésts, de pinturas famosas, se pueden ver en películas como Barry Lyndon, de Kubrick, o en los Padrinos de Coppola; donde la iluminación y la profundidad de campo cuentan muchísimas -¡pero que muchisimas!- cosas, y le da un sentido a los planos, en los que ellos trabajan tanto y tanto.

Por eso estoy enfadado: porque sea con el 3d o no, se están perdiendo estos valores que tanto ha costado crear, y la industria no los tienen presentes y en vez de pontenciar internet y no verlo como un enemigo -e ir de la mano juntos, para que la cultura llegue a todos con libertad, como con libertad leían libros Velázquez y Da Vinci, para hacer sus obras y perfecionar sus estilos-, nos venden películas vacías, con efectos en 3d innecesarios y palomitas a 15 euros. Y para qué pensar, ¿verdad? ¡Ya sólo falta que se les ocurra hacer una reposicion de 2001: Una odisea del espacio en 3d!

Por cierto, que Martin Scorsese ha hecho una peli en 3d que se llama Hugo, ¡qué miedo me da! Le llamaré y le diré que se acuerde de Taxi driver y que se atreva a volver a estrenarla… Hago broma, ¡que haga lo que quiera! Y que si queréis ver pelis en 3d pues las véis -sólo faltaría-, pero ¡de verdad! que es mucho más enriquecedor aprender el otro lenguaje, el lenguaje de las imágenes de luz y colores. Como muestra, os propongo El mago de Oz, donde los colores, la iluminación, la profundidad de campo, la historia, la música, la dirección de actores y las interpretaciones son de ensueño. ¿Quién no se estremece aún escuchando a Judy Garland, cantando Over the rainbow? Nos transporta de este mundo, durante un ratito, al mundo de los sueños que es el cine… ¡El cine de verdad!


Nota: No nos olvidemos que, por ejemplo, la Muralla china o la Sagrada Familia son patrimonio de la humanidad y no tienen precio. ¿Por qué no es igual con el arte de hacer cine y, por lo menos, nos protegen de que hagan estas barbaridades con nuestro tan querido celuloide? Porque, verdaderamente, no parece importarle a nadie: sólo importa el dinero…

Sin más por ahora, un abrazo de este humilde nostálgico, lleno de Lágrimas de celuloide.

¡¡¡Nooooooooooo!!! ¿¿¿Qué habéis hecho, malditos??? (II)

¡Hola! He vuelto, y muy triste, pero que mucho.

Hace unas semanas fui al cine a ver Contagio, de Steven Soderbergh, una película espléndida, pero estoy triste porque dieron un trailer del remake de La cosa de Carpenter… ¡Eso no se puede hacer!



Sí -me diréis-, la de Carpenter también era un remake… Pero el director de Comisaría del distrito 13 le dio otro toque, el toque Carpenter, y la convirtió en una obra maestra intachable que la otra no era. John Carpenter es un creador, un mago del cine, un hombre que tiene el cine en la sangre y su carrera así lo demuestra… No me andaré por las ramas: el trailer te hacía pensar en un plagio de la original pero a lo cutre, pero ésa no es la cuestión de mi artículo.

Hay cosas en la vida que no se deberían tocar, como colorear el Guernica o Casablanca, como ya hicieron -os juro que lo hicieron-, hay cosas que hay que dejar para la posteridad infinita, pero lo han vuelto a hacer, como los Cohen con El quinteto de la muerte. ¡Ya sólo faltaría que hicieran lo mismo con La naranja mecánica o La diligencia!

¿A dónde hemos llegado? ¡Han mancillado La cosa, uno de los iconos de culto de los años 80, los que hicieron pasar miedo y claustrofia al más pintado, con unos efectos insuperables, ¡y sin ordenador! Un film que tenemos tan adentro que aún vemos un perro en la nieve y pensamos que se va a convertir en La cosa.

Está claro que Hollywood està de capa caida en cuanto a imaginación, pero eso no es culpa nuestra… ¿¿¿Por qué nos hacen esto??? Que hagan un remake de Desaparecido en combate de Chuck Norris, o del Pato Howard de Lucas y dejen tranquilas a nuestras obras maestras rotundas. Esto demuestrá aún más mi teoría de que no les importa el cine como arte, sino únicamente el dinero fácil. Contestadme una pregunta: ¿Por qué eligen estas pelis “sagradas” y no otras que sí que se pueden mejorar? Respuesta: porque saben que la nostalgia nos va a hacer ir al cine, ¡y ése será nuestro fallo!

Así que hago una proposición a los indignados de Plaza Catalunya: hagamos otra manifestación para que nadie vaya a ver el remake de La cosa. ¡Ah, perdón! Estamos en España y la cultura no interesa…

En resumen: ¡No hay derecho! Hay una ley que prohíbe fumar donde tú quieras, hay otra ley que te obliga a no mear en la calle (por cierto, a un perro sí que le dejan), y, sin embargo, no hay una ley que prohíba tocar “nuestras” obras de arte. ¡Sí, sí, nuestras: nos pertenecen a todos! Deberían ser patrimonio de la humanidad. Algunos pensarán que soy un exagerado, pero los buenos carpenterianos saben que no.

¡Vaya! Igual que critico todo esto, voy a intentar dar una solución. ¿Por qué narices no reestrenan La cosa del maestro Carpenter y solucionado el problema? El dinero que se han gastado en el remake -no es exactamente un remake: le llaman precuela- lo utilizan para otra película, estrujándose un poco el cerebrito… Y es que seguro (¡pero seguro, eh!) que las salas se llenarían más con la versión de 1982.

Bueno camaradas, lo único que me queda por decir es que los que no hayais visto la del Carpenter no os la perdáis, y que aquí os dejo un trocito de ella, que seguro que es mejor que la nueva, toda entera:


Y que la vida sigue pero, según mi opinión, el cine, que es mi segundo corazón, está tristemente herido. Espero que se nos entienda, a los carpenterianos


NOTA: SEAMOS CONSECUENTES CON LAS OBRAS MAESTRAS Y DEJEMOS DE MANCHARLAS CON COPIAS INNECESARIAS Y DESARROLLEMOS NUESTRA CREATIVIDAD. WOODY ALLEN HACE UNA PELÍCULA CADA AÑO Y NO HACE REMAKES. POR FAVOR, HACED DINERO CON LAS PELIS, PERO NO A COSTA DE NUESTRAS OBRAS DE ARTE, HECHAS POR CINEASTAS QUE NO PRIORIZARON EL DINERO SINO SU ESTILO Y SU AMOR AL CINE. TE QUIERO, JOHN CARPENTER, POR TODO LO QUE ME HAS DADO. ¡JAMAS NOS QUITARÁN TU THE THING!

¡Quiero volver a oler a pies en el cine! (I)

Hola: me llamo Quimet, aunque parezca una tonteria empezar con mi nombre, no lo es, tiene mucho sentido y ahora lo explico.

En realidad, en mi DNI pone Joaquín, pero ése no es mi nombre, sino Quimet. Nací en 1972 y a mi madre le gustaba tremendamente ese nombre, pero los que estaban entonces en el poder, algunos inútiles supongo (que, por cierto, así nos fue y nos va, con diferencia a Europa en el tema cultural y demás) no le dejaron, le dijeron que no, que en España era Joaquín y que en su casa lo llamara como quisiera, y lo más curioso es que mi familia no es catalana, simplemente era una mujer sevillana ilusionada con su hijo recién nacido y feliz con empezar una vida junto a él, qué lerdos eran; no era una cuestión política, era simplemente una decisión libre de alguien que se creía libre de poder hacer esa elección.

Empiezo contando algo tan personal, aunque no muy extenso, porque es un tema que da mucho de qué hablar, porque a partir de ahora si os apetece voy hacer un viaje en lo más profundo de mí, en algo tan personal y tan querido para mi como es el cine, un amigo que siempre me ha acompañado y nunca me ha fallado: mis películas, como yo las llamo.

Mis primeros recuerdos son con mi padre que me llevaba cada vez que podía a las dobles sesiones de cine de barrio, esos cines que podías ver las pelis las veces que querías sin tener que pagar más y que olían a pies. Qué recuerdos aquellos y supongo que la inocencia de mi edad de entonces y la grandeza de sus salas (y no las de ahora que algunas son ratoneras capitalistas), las hacían tan especiales, con sus carteleras pegadas en un tablón, qué maravilla, que por cierto ya no existen hace muchos años, ahora hay posters mega gigantes que no tienen alma de cine, sólo de consumo de palomitas.

Bueno, después de romper un poco el hielo, empecemos a hablar de cine que para eso estamos aquí, hoy en lágrimas de celuloide, y llamo así esta sección porque me voy dando cuenta que el cine poco a poco está muriendo, cuesta mucho ver una peli como las de siempre, con exteriores, extras, escenarios gigantescos, persecuciones y aventuras a los siete magníficos, el alma del cine se nos va, chicos, y gran parte del problema viene por culpa del sistema capitalista en que vivimos, han priorizado el dinero por encima de todo y les da igual el resultado, solo que la gente se deje la pasta en el cine y les da igual todo lo demás, y recordad que el cine es cultura y la cultura es inmortal, y si nosotros admiramos a directores como John Ford, Berlanga o Kurosawa, por sus películas y lo que cuentan en ellas y cómo lo cuentan (y que, por cierto, también hicieron dinero) qué pensarán de nosotros nuestro futuros nietos y demás, dejándoles toda esta basura de películas que no les aportarán nada y lo peor que no aprenderán en lenguaje cinematográfico.

Para dar sentido a estas palabras hoy voy a recomendar una película, que para mi humilde opinión hizo dinero y es una obra maestra, porque no dejemos de reconocer que el cine no deja de ser una empresa.

Se trata de El gran carnaval (título original Ace in the hole) dirigida por Billy Wilder y protagonizada por Kirk Douglas, Jan Sterling, Robert Arthur y Porter Hall, una espeluznante historia sobre un hombre que se queda atrapado en un túnel y cómo un periodista sin escrúpulos y sin principios (que en realidad no es un periodista, es la sociedad) se aprovecha de las circunstancias para sacar provecho de dicha desgracia, una película muy especial no sólo por ser una obra maestra sino que demostraba Billy Wilder que no sólo era un director de comedia, una película que te hace pensar sobre la conducta humana, y dónde nos lleva la sociedad de consumo.

Es una película del año 51 que nos avisaba dónde podíamos caer y qué razón tenía nuestro amigo Billy, cuando ya esto es normal en nuestra sociedad, y cuando lo veo constantemente a mi alrededor siempre pienso qué grande es el Gran carnaval de Wilder, qué grande es el cine.


Nos vemos la semana que viene con más pelis de las que se te quedaran siempre en el corazón y no en la cartera.